
Lucía Berlín fue una escritora estadounidense nacida en los años treinta. Sus primeros cuentos datan de 1977 y se publicaron en diversas revistas. En 1981 publicó su primer libro y en 1991 ganó el American Book Award con su libro recopilatorio de relatos Homesick. De su escritura se ha dicho que se acerca a Chéjov y que tiene una mirada única y personal, capaz de convertir la cotidiano en extraordinario.
Sin embargo, durante su vida, su escritura pasó bastante desapercibida. No fue hasta la publicación de su libro póstumo Manual para mujeres de la limpieza en 2015, y más tarde con Una noche en el paraíso, cuando alcanzó fama internacional. Este libro se compone de cuarenta y tres cuentos, cuentos en los que las protagonistas son mujeres trabajadoras. Muchas de sus historias están inspirados en sus propias experiencias y en su vida itinerante.
Lucía Berlín no tuvo éxito, sin embargo, en su vida personal. A los treinta años, se había casado tres veces, matrimonios que acabaron en fracaso, y sus problemas con el alcohol marcaron su vida. Como madre soltera de cuatro hijos, trabajó de recepcionista, ayudante de enfermería o limpiadora, entre otras cosas.
Cuatro años después, bajo el título Bienvenida a casa, la editorial Alfaguara que ya publicó sus cuentos en España, recopila una serie de escritos autobiográficos en los que Lucía estuvo trabajando hasta su fallecimiento.
Esta autobiografía de Lucía Berlín incluye reves textos que se combinan con fotografías de su infancia, de los lugares donde ha vivido en Estados Unidos y México, de la autora con sus hijos… nos muestran a la parte más personal de la escritora.
A continuación, incluimos un breve fragmento de su autobiografía Bienvenida a casa:
JUNEAU, ALASKA
Decían que era una casita coqueta, con muchas ventanas, mallas tirantes para que no entraran los mosquitos y recias estufas de leña. Miraba hacia la bahía, donde se veían las puestas de sol y las estrellas y las deslumbrantes auroras boreales. Mi madre me mecía en brazos mientras contemplaba el puerto, que estaba siempre atestado de barcas de pesca y remolcadores, buques cargueros de mineral estadounidenses y rusos. Mi cuna estaba en el dormitorio, que era muy oscuro o muy luminoso a todas horas, decía mi madre, sin entretenerse a explicar cómo se alargaban o se acortaban los días según las estaciones. La primera palabra que dije fue luz.
MULLAN, IAHO
Mi recuerdo más temprano es el de las ramas de pino rozando el vidrio de una ventana. Esta casa estaba en Coeur d’Alene, Idaho, en la Mina Sunshine. Los inmensos robles tenían ramas casi paralelas al suelo, por las que las ardillas iban y venían haciendo carreras como si fuesen autopistas.
Hace poco leí que el aroma de las flores, en especial de las rosas y las lilas, realmente era mucho más intenso años atrás, que ahora su perfume se ha diluido por la hibridación. Sea o no verdad, los perfumes de Idaho en mi memoria son más vívidos que cualquier flor hoy en día. Las flores de manzano y los jacintos eran literalmente embriagadores. Me acostaba en la hierba debajo del lilo y respiraba hondo hasta aturdirme. En aquellos tiempos también daba vueltas y vueltas hasta que me mareaba tanto que no me tenía en pie. Quizá esas fuesen señales de advertencia tempranas, y las lilas mi primera adicción.
Si te ha gustado este fragmento, puedes adquirir la autobiografía de Lucía Berlin aquí. Te recomendamos también su libro de cuentos Manual para mujeres de la limpieza.

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