Esta entrada del blog es un consejo de una de nuestras alumnas del curso presencial de Novela, Atenea Antón Hervás. Atenea es escritora de fantasía, encontrarás sus consejos en el blog Cuaderno para crear mundos.
En el curso de novela, trabajamos cómo dar visibilidad a las escenas, cómo construirlas y también cómo lograr que se dibujen de forma vívida en la mente del lector. Uno de los ejercicios que hacemos, y que nos ayudan a revisar las escenas de nuestra historia consiste en representarla como si se tratara de una obra de teatro. Atenea nos explica cómo hacerlo:
“En cualquier taller de escritura, una de las primeras lecciones que aprendes es que las novelas se reducen en capítulos o partes, y estos pueden analizarse reduciéndolos a su mínima expresión, que son las escenas. A través de cada escena y cada vivencia del personaje, nos vamos metiendo en materia, vamos conociendo la historia y vamos descubriendo las motivaciones del protagonista y armando un puzle que nos puede llevar a más preguntas, además de las ansiadas respuestas. Hasta aquí todo bien.
Es importante conocer a nuestros personajes y descubrir qué serían capaces de hacer y qué no. Darles alma, darles voz. El aliento de vida que todos poseemos. ¿Qué significa esto? Dejar que sea el personaje el que se exprese y el que se desenvuelva con naturalidad, sin forzarlo, sin llevarlo a situaciones que nunca, pero nunca, se atrevería a hacer.
Uno de los ejercicios de escritura que nos proponen en Escuela de Escritura Creativa es interpretar nuestras escenas. Sí, como leéis. Todo escritor tiene también una pizca de guionista y posee una batuta que acelera o ralentiza la escena, la suaviza o le da una nueva perspectiva. Ten algo en mente siempre, si lo has escrito, es porque se puede representar y qué mejor manera de ver si una escena funciona, si es verosímil o si, por el contrario, es un constante ir y venir de personajes, que se mueven como muñecos de Playmobil, sin emoción alguna en el rostro, repitiendo frases como un papagayo y actuando como si les picase el culo, literalmente.
Aquí viene la magia. Cuando hayas acabado de escribir tu escena, pide a algunos amigos o conocidos, que te ayuden a representarla. ¡No me asesines a nadie en pro del arte literario, por dios! La pistola de juguete del chino también funciona. Leed la escena conjuntamente y luego ofrece a cada uno de tus amigos un papel. Después, tratad de interpretar la escena que has escrito. No les des órdenes a tus amigos, deja que la escena fluya. Te sorprenderá la jartá de reír que os vais a dar, perdón… licencias de escritor.
Te darás cuenta de las frases forzadas, los movimientos que no cuadran, las expresiones de tus amigos metidos en los personajes. Descubrirás que te habías olvidado completamente de ese personaje secundario que estaba detrás de la barra de la cafetería. ¡Yque en tu escena aparece y desaparece por arte de magia! No solo vais a pasar una buena tarde, además de entretenida (eso sí, les deberás unas cañas por el trabajo), vas a aprender una gran lección: si lo has escrito es porque lo puedes interpretar. No hay peor lectura que una escena poco creíble en la que el autor se ha pasado las leyes de la física y las emociones humanas por el forro. Aburrirás al lector y lo dejarás con un mal sabor de boca. Piensa en los que van a comprar tu libro”.
Interesante método. Posiblemente salga costoso, por aquello de las cervecitas para los amigos je, je, je.
Gracias. Ayuda mucho.