
Una de las dificultades con las que se encuentra el escritor cuando se sienta a escribir, es no lograr dejarse llevar por el impulso creativo interior. A veces, son problemas o preocupaciones que enturbian nuestra mente lo que nos impide crear con libertad. Otras veces la dificultad está en nosotros mismos, en nuestro crítico interior empeñado en censurar todo lo que hacemos. Es importante entender cuáles son las fases que componen el proceso creativo. Entender que se trata de eso, de un proceso, algo que requiere una serie de procedimientos o etapas. La primera etapa es la creativa, se trata de liberar nuestra imaginación, sacar lo que llevamos dentro sin miedo y sin tapujos. Pero esa primera etapa no generará un texto terminado, solo será una base, un punto de partida sobre el que trabajar. Después, deberemos someter el texto inicial a un proceso de revisión, que puede requerir eliminar alguna parte, rehacer párrafos enteros o incluso, puede que volver a empezar a nuevo todo el proceso. Sí, aunque duela, escribir es también reescribir. Es importante, sin embargo, que la primera etapa, la creativa, se haga de forma independiente a las demás. Nuestra parte creativa debe trabajar sin preocupaciones, no debe censurar en ningún momento lo que escriben nuestras manos, si no, el trabajo no será el deseado.
Una forma de mantener escondido a nuestro censor interno para empezar a escribir es seguir el consejo de Natalie Goldberg. En su libro “El gozo de escribir” nos propone un sencillo ejercicio de escritura creativa para romper el hielo.
La unidad base para el adiestramiento en la escritura es el ejercicio por tiempo. Podéis daros diez minutos, veinte minutos o una hora. Depende de vosotros. Al principio, puede ser que uno quiera empezar con calma y, después de una semana, aumentar el tiempo,o meterse ya de entrada con una hora. No impotar. Cualquiera que sea el plazo que os hayáis concedido, lo importante es sentirse comprometido a respetarlo y, desde el primero hasta el último momento, seguir estas reglas:
1-Mantener la mano en movimiento. No os paréis para releer la frase que acabáis de escribir. Esto solo significa poner obstáculos e intentar asumir el control de lo que se está diciendo.
2-No borréis. Esto significaría confundir la creación con la revisión. Aunque hayáis escritor algo que no teníais intención de escribir, dejadlo.
3-No os preocupéis por la ortografía, la puntuación y la gramática. (Ni siquiera os preocupéis por quedaos dentro de los márgenes o líneas de la página).
4-Perded el control.
5-No penséis. No os dejéis engatusar por la lógica.
6-Apuntad a la yugular. Si al escribir, sale algo que os da miedo u os hace sentir vulnerables, zambulliros dentro. Probablemente está cargado de energía.
He aquí las reglas, es importantes seguirlas, pues su finalidad es la de abrirse caminos hasta llegar a los primeros pensamientos, allí donde la energía no está obstaculizada por motivaciones de conveniencia social o por el censor interno; allí donde se escribe lo que la propia mente ve y experimenta realmente, no lo que ella piensa que tiene que ver o experimentar. Es una gran ocasión para sacar a la luz los aspectos más extravagantes de nuestra mente, para explorar el margen áspero del pensamiento. Igual que cuando rallamos una zanahoria para dar color a una ensalada de col, del mismo modo tenemo que dar al papel el color y matiz de nuestra conciencia. Los primeros pensamientos tienen una energía incleíble. Son la forma mediante la cual la mente alumbra algo con un repentino relámpago de luz. Luego el censor interno, normalmente, se apresura a reprimirlo, y es así como vivimos en el mundo de los segundos y terceros pensamientos, pensamientos acerca de pensamientos, a dos o tres niveles de distancia de la conexión establecida por el primer relámpago.
Deja una respuesta