Escoger los títulos para nuestras novelas no es una tarea que debamos descuidar. Un título no lo es todo, pero puede ser un buen principio, del mismo modo que escoger el nombre de un perfume no hará que cambie su aroma, aunque puede incitarnos a comprarlo. Porque el título de una novela es algo así como la esencia de un libro, su personalidad. Y, por eso, su elección no resulta una tarea fácil. Raras veces el escogido es el primero que el escritor utilizó para identificar su manuscrito en el procesador de textos. Con frecuencia, la inspiración llega cerca ya del desenlace, o incluso mucho tiempo después de haber puesto el punto y final.
Aunque, en esto de titular, no hay reglas fijas, voy a intentar enumerar algunas ideas generales que pueden ayudarnos a escoger títulos para novelas o para nuestros proyectos literarios. Vamos a embarcarnos En busca del título perdido.
1-La extensión no importa
Aunque son mucho más frecuentes los títulos cortos, un título largo también puede ser interesante, sobre todo, si contiene una idea o una historia en sí mismo. Es el caso, por ejemplo, de No culpes al Karma de lo que te pasa por gilipollas, un título que, pese a ser largo, se nos queda grabado nada más escucharlo. Y es que dicen que se trata de eso, de que el lector recuerde con facilidad el título, de ahí que, como ya he dicho, en esto de los títulos sea habitual el uso de la brevedad.
Sin embargo, recordamos también títulos largos que contienen una frase. Los encontramos habitualmente en muchos libros de autoayuda o de narrativa empresarial como El monje que vendió su Ferrari o Quién se ha llevado mi queso. Pero este tipo de títulos no es exclusivo de estos géneros, ya que también encontramos novelas con títulos que contienen una oración completa como El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Jonas Jonasson. En libros de relatos, algunos títulos largos son Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas de Oscar Sipán o Quisiera que alguien me esperara en algún lugar de Anna Gavalda, título que surgió a partir de una frase de uno de los relatos.
A algunas novelas, en cambio, a los títulos le sobran renglones y con una sola palabra les basta. Es el caso de Nada, de Carmen Laforet, un título que lo dice todo.
2-Sugiere el tema
El título, como he mencionado, se convierte muchas veces en la esencia del libro. ¿Y qué es la esencia de una novela sino el tema principal? Es lo que ocurre cuando tenemos entre las manos una novela titulada Los adioses de Juan Carlos Onetti.
Sin embargo, suele ser más efectivo sugerir el tema que nombrarlo directamente. De qué hablamos, cuando hablamos de amor es una colección de relatos de Raimond Carver cuyo tema principal gira en torno a las relaciones de pareja. Otro de los títulos de uno de sus libros de relatos, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, es todavía más específico en cuanto al tema. Días sin hambre, es una novela de Delphine de Vigan que trata el tema de la anorexia, y así lo sugiere el título sin nombrar esa palabra directamente.
3-Lo sitúa en un género
Un lector que escoge, entre los cientos de libros de una estantería, un libro titulado Memorias de Adriano, aunque no haya leído la reseña de la contraportada, se llevará una sorpresa si al comenzar la lectura descubriera entre sus páginas un libro de ciencia-ficción. Del mismo modo, la lectora que decide llevarse a casa Perdona si te llamo amor, no espera encontrar héroes batiéndose en duelo y blandiendo una espada, sino otras armas menos sangrientas, aunque a veces igual de dolorosas, las del amor y la seducción. En La Odisea de Homero, el lector no se sentirá defraudado de las expectativas creadas con ese título.
Si nuestro libro va dirigido a un tipo muy específico de público conviene dejarlo claro desde el principio. Es lo que sucede con los cuentos infantiles, en los que con frecuencia se recurre al empleo de la rima, y a títulos con toques humor y fáciles de recordar, como El fantasma Cataplasma o Fray Perico y su borrico. También es frecuente en el género infantil el uso de diminutivos o del adjetivo “pequeño”, es el caso de El principito, El pequeño Nicolás o El pequeño vampiro y la guarida secreta.
4-El personaje es la clave
Ulises, Romeo y Julieta, Manolito Gafotas, Carlota Fainberg, Robinson Crusoe, Lolita son nombres de personajes de ficción que dieron título a las novelas que protagonizaron. Ellos son el alma de esas historias.
Algunos de estas historias y personajes han trascendido tanto, que sus nombres se han convertido en un sinónimo de su personalidad. Así un Romeo es un conquistador o un enamorado, y una Lolita es una traviesa quinceañera. El origen del significado de la palabra “celestina” como alcahueta, se debe al personaje de la Tragicomedia de Calisto y Melibea
5-Dibuja un escenario o un ambiente
En algunas novelas, el lugar donde transcurre la historia es tan importante o más que el protagonista. Con frecuencia, en las novela denominadas “de ambiente”, se dice que el escenario es un personaje más. Es el caso de la novela Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela, Madrid, 1987 de David Trueba o la colección de cuentos Historias de Nueva York de O. Henry, donde la ciudad donde transcurren los relatos es un elemento más en el argumento y la trama de la historia.
Espero que os hayan sido útiles estos consejos. No conviene preocuparse mucho si no tenemos claro un título desde el principio. Como el argumento de vuestra historia, al final llegará, él vendrá a vosotros.
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Muy buena. Ya me dieron ideas para mi títulos. Gracias, me ayudaron bastante.
Buenos consejos. Muchas gracias.
Todo lo que publican es sumamente interesante y útil
Pues quiero crear historias que llenen el corazòn de la gente que los lleve a un mundo diferente en el cual ellos son libres con cada palabra y sentir como siente un personaje … Me gustaria ser alguien que llene el vacío de las personas.
Pues adelante, Delia. Atrévete a sacar esas historias que llevas dentro.
Gracias por el consejo, pues yo me quiebro la cabeza pensando en el título para mi novela y los personajes también.