
Uno de los errores más graves en los que puede caer un escritor principiante es tratar a sus personajes como si fueran marionetas. Obligarles a hacer cosas solo por el interés de la trama, llevarles de aquí para allá, o hacerles decir algo que nunca dirían solo porque suena bonito o porque necesitamos que dar la información al lector, es un gran error. No, nuestro protagonista es un personaje literario, de cuento o de novela, un personaje de ficción, pero muestra sentimientos y pensamientos como las personas reales. Y es que las emociones son universales, las mismas que sienten nuestros personajes son las que experimentamos nosotros. Pese a tratarse personajes de ficción, viven, sufren y disfrutan, ríen y lloran como nosotros.
En el caso de un proyecto narrativo de novela, suele decirse que el personaje es la clave. Su deseo, su objetivo en la historia, y el conflicto al que deberá enfrentarse, son el motor de la acción. Por eso es tan importante conocer de cerca a nuestro protagonista. Debemos conocerlos casi tanto como a nosotros mismos o, al menos, como a nuestro mejor amigo.
Un ejercicio que suele dar buen resultado en mis talleres de novela consiste en colocar dos sillas, una enfrente de la otra y sentarnos en una de ella. Después tenemos que imaginar que nuestro protagonista está sentado delante de nosotros, en la otra silla. Si lo prefieres, puedes sentarte en el sofá y preparar dos cafés o dos tazas de té, e imaginar que tu prota está sentado a tu lado.
Primero, trata de visualizar a tu personaje literario, cómo va vestido, qué aspecto tiene, edad, altura, mirada, gestos del rostro… ¿Se te aparece tal y como lo imaginabas? Tómate tu tiempo. A continuación comienza a hablarle. Puedes hacerle preguntas, sobre todo en relación a aquellas partes de la trama que aún no tienes del todo claro. Trata de imaginar qué te responde, pero tampoco lo fuerces. La respuesta debe llegar de una manera natural. Si no quiere responder, que no lo haga. Aunque tal vez te sorprenda diciendo algo que quizá no te esperas, alguna información importante sobre la historia, sobre él, o sobre su pasado. Anótalo en un papel o en tu bloc de notas de la novela y, más adelante, analízalo con calma.

Es una práctica que realizó con muchos de mis personajes. Generalmente del mismo diálogo surgen cuentos que resultan entrañables, porque el autor casi siempre ama a sus protagonistas; ellos dicen y desarrollan acciones que él mismo no se atreve a realizar. Ema, Cesar Sosa, Gisela, Rolando son personajes que me hablan al oído. Protestan porque no les di carácter, reniegan del amor que el autor rivalice con el del personaje, su pareja. Es un género suculento, donde el juego fantastico cobra un sentido interesante, inclusive más atrapante que el cuento primigenio o la novela en cuestión.