
El título que da nombre a la entrada de este post es el título de un libro de Patricia Highsmith, “Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga”. En él, la autora nos cuenta su propia experiencia como autora de novela de intriga y nos proporciona algunos consejos sobre cómo escribir una novela de intriga, pero que son igualmente válidos para cualquier tipo de novela: de dónde surgen las ideas, cómo darles forma para convertirlas en historias de ficción o cómo espesar un argumento. ¿Y en que consiste esto de espesar un argumento?
Digamos que tenemos inicialmente la idea base, una idea argumental de lo que es nuestra historia, los personajes más importantes, el objetivo de los protagonistas y algún conflicto principal. Pero con esto no conseguiríamos desarrollar más que un relato corto. Se trata de darle más volumen a la historia, y para ello, la mejor solución, según Patricia Highsmith es buscarle complicaciones al héroe. Esa es la base de toda historia: el conflicto. Un fuerte conflicto hará que el protagonista actúe y ponga en marcha la acción para alcanzar su objetivo, como tantas veces hemos dicho en este blog.
Para empezar a desarrollar y espesar el argumento, Patricia Highsmith nos propone en el libro mencionado, Cómo escribir una novela de intriga, hacernos unas preguntas que ella llama “preguntas cruciales”, y para ello nos pone como ejemplo su novela Crímenes imaginarios:
Al empezar a desarrollar un argumento, el escritor debe hacerse estas preguntas cruciales: ¿Cómo saldrá el héroe de esta peripecia: vencedor o vencido? ¿El ambiente será de comedia, de tragedia o una mezcla de ambas cosas? ¿O se trata de relatar los acontecimientos sin mostrar emoción alguna para que el lector saque de ello la conclusión que más le apetezca? La prosa debe tener un ambiente, como también debe tenerlo un escenario físico. Mi protagonista, Sydney, no acabaría exactamente como vencedor, pero, ciertamente, tampoco como víctima o vencido. El tono sería ligero. Sydney no sería castigado ni atrapado y, de hecho, me pareció interesante que no cometiese ningún crimen, sólo que fuera sospechoso de uno o dos.
El libro no acabó de resultar de esta manera. Sydney acaba cometiendo un curioso asesinato, que él considera como una «suspensión temporal de la misericordia» por su parte. Mata al amante de su esposa obligándole a ingerir una sobredosis de somníferos. Pero sobre Sydney sólo recaen leves sospechas sin que pueda demostrarse nada.
En pocas palabras, el argumento es: Alicia, la esposa de Sydney, se traslada por segunda vez a Brighton con la intención de pasar unos días allí, «para cambiar de aires», y, al día siguiente de su partida, Sydney pone en práctica una idea que acaricia desde hace mucho tiempo. Finge que el día antes empujó a Alicia escaleras abajo y al amanecer saca una alfombra enrollada por la puerta de atrás, la mete en su coche y la entierra en el bosque. Piensa que algún día, cuando esté escribiendo una narración, tal vez podrá utilizar sus sentimientos imaginarios.
Huelga decir que da por sentado que su mujer volverá a casa al cabo de unos días, pero no ocurre así, porque ella ha iniciado una aventura amorosa con un abogado londinense en Brighton. El lector está enterado de esto, pero Sydney lo ignora. Una simpática viejecita, que se llama Lilybanks y vive a unos doscientos metros del domicilio de Sydney y Alicia. Ha visto a Sydney acarreando la alfombra y finalmente da cuenta de ello a la policía. Esta no logra localizar a Alicia porque ella utiliza otro nombre en Brighton y, además, se ha teñido el pelo.
Sydney es sometido a vigilancia. Creyendo que su esposa está sana y salva, dondequiera que se encuentre, a Sydney no le importa ser interrogado por la policía, sino que, de hecho, disfruta con ello, ya que imagina cuáles serían sus sentimientos si fuera culpable de haber asesinado a Alicia. Sydney incluso consigue obligarse a sí mismo a temblar y sudar mientras la policía le hace preguntas; y más adelante toma notas sobre sí mismo para utilizarlas.
Al final, tras desplazarse a Brighton y registrar la región, descubre que su mujer está viva y comparte un chalet con un hombre. Esto le produce impresión y se imagina acertadamente que lo mismo le habrá ocurrido a Alicia. Como ésta es básicamente una mujer convencional, no se siente capaz de presentarse a la policía, a sus padres o a Sydney, y se suicida arrojándose por un acantilado cerca de Brighton. El abogado que se entendía con Alicia huye rápidamente a Londres y se refugia en su piso, pero Sydney va a buscarle y le administra la dosis fatal de píldoras para dormir.
He hecho un bosquejo del argumento para demostrar que no es mucho si no se «espesa» o se le saca punta. Son cuatro los factores que lo «espesan»:1) La señora Lilybanks, la vecina, ha adquirido un par de prismáticos en una tienda de objetos usados, pues es aficionada a observar pájaros. Sydney descubre que la vecina tiene unos prismáticos y piensa acertadamente que tal vez lo haya visto sacar de la casa la alfombra enrollada y meterla en el coche. La «reacción» de Sydney al ver los prismáticos le hace más sospechoso a ojos de la señora Lilybanks.
2) La señora Lilybanks padece del corazón. Es una simpática viejecita que sólo tras mucho vacilar comunica a la policía que su vecino sacó una alfombra de casa de madrugada, el día siguiente a la partida, al parecer hacia Brighton, de su mujer. La policía se pasa cerca de veinticuatro horas cavando en el bosque porque Sydney no recuerda con exactitud dónde enterró la alfombra, aunque procura cooperar con los agentes.
Al final llega la noticia de que la policía ha encontrado la alfombra, pero sin nada dentro. Y Sydney se dirige a casa de la señora Lilybanks para darle la noticia y tranquilizarla. Pero la vecina cree que Sydney va a mostrarse furioso y vengativo y, al oírle entrar en la casa, sufre un ataque cardiaco que le causa la muerte. Debido a ello, Sydney vuelve a ser sospechoso: esta vez de haber amenazado o expresado hostilidad hacia la señora Lilybanks por haber contado lo de la alfombra a la policía.
3) Sydney tiene una especie de socio que se llama Alex, está casado y vive en Londres. Cuando la televisión compra la serie El Látigo, Alex desea excluir a Sydney del contrato y quedarse él todas las ganancias; alberga cierta esperanza de conseguirlo debido a las sospechas que recaen sobre Sydney. Alex presenta a su amigo en los peores términos posibles al hablar con la policía. Y a esto se añade la suspensión, por parte de los editores de Sydney, del contrato de un libro «hasta que se aclare el misterio de la desaparición de su esposa».
4) Un día, al ir a comprar el periódico en el pueblo, Sydney pierde su libretita. El tendero la entrega a la policía. En la libreta Sydney apunta sus impresiones sobre qué se siente cuando se es un asesino y la narración del «asesinato» de su esposa parece formar parte de un diario. Así fue como acumulé presiones sobre Sydney.
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