
Si algo distingue una verdadera historia de otra que no lo es, es la transformación o cambio interno del protagonista. Ya anticipamos algo sobre esto en la entrada dedicada al arco de trasformación de los personajes y también en la que hablamos de los tipos de personajes. Una de las características que debe cumplir todo protagonista que se precie es que, a lo largo de la historia, debe sufrir una transformación o cambio interno.
Qué quiere decir esto. Básicamente que al principio de la historia el protagonista no es el mismo que al final. Ya hemos tratado también en el blog el deseo y el El conflicto narrativo: el motor de la historia en los personajes de novela. Los protagonistas quieren algo, pero eso que quieren no es tan fácil de conseguir y se esfuerzan por lograrlo. En esa lucha interna deseo-conflicto, el personaje vive situaciones que lo van cambiando por dentro.
Las experiencias nos cambian
Esto es lógico. Los personajes no son marionetas que podamos manejar a nuestro antojo, sino personas que viven en un mundo de ficción, diseñadas a nuestra imagen y semejanza. Es evidente que en una novela los personajes tienen sus propias reglas que no siempre se pueden extrapolar a la vida real, pero, en esencia, los personajes sienten, piensan y evolucionan como nosotros lo hacemos.
Y es que las experiencias nos cambian. Especialmente si se trata de una experiencia traumática. El personaje de Finn, por ejemplo, perteneciente a la saga de películas de Star Wars e interpretado por John Boveya en la gran pantalla, fue uno de los niños reclutados por las fuerzas militares de la Primera Orden para convertirse en soldado de asalto. Después de presenciar la masacre de Tuanul, decide desertar y se une a la Resistencia.
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Todo lo que nos pasa influye de alguna manera en nuestra forma de sentir y de percibir el mundo. La información que un personaje proporciona al protagonista, las aventuras vividas en un viaje, las acciones que realiza… cada vivencia puede influir en su manera de ser a partir de entonces. Los protagonistas, como los seres humanos, también evolucionan.
¿Somos iguales a los cincuenta que a los diecisiete? Está claro que no. No quiero decir con esto que nos cambie el carácter. Hay veces que sí y hay veces que no. Algunas personas mantienen el mismo carácter desde niños hasta la vejez. Pero lógicamente no son los mismos. Han ganado en madurez y probablemente en seguridad, entre otras cosas.
Qué es y qué no es un cambio interno del protagonista
Cuando hablamos del cambio o trasformación de un personaje, no todo el mundo tiene claro de qué tipo de cambio estamos hablando. A veces pensamos que cualquier suceso puede trasformar al prota. Pero aspectos de la vida del protagonista puede variar sin que necesariamente él se vea afectado interiormente. ¿De qué tipo de cambio estamos hablando? En palabras de Enrique Anderson Imbert en su Teoría y técnica del cuento:
Una cosa es el cambio psicológico de un personaje a lo largo del movimiento del cuento y otra la alteración mecánica de su conducta al solo efecto de servir a una necesidad de la trama. El cambio ocurre después de ciertos hechos y como consecuencia de ellos: lo estudiamos como un aspecto del arte de caracterizar. La alteración precede a los hechos sin ser la causa de ellos: la estudiamos como parte del tejido de la intriga.
Ese es el cambio que necesita la narrativa, el cambio psicológico, no un cambio externo o una mera alteración de su conducta.
- No se trata de una variación en las circunstancias de un personaje.
Le ha pillado la poli, y ahora está en la cárcel. Vale, pero, ¿se ha arrepentido?
- No se trata de la variación de la situación en que se encuentra.
Se ha curado de una enfermedad o se la han detectado de pronto, ha conseguido trabajo o le han despedido y ahora está en el paro… ¿Y cómo se ha tomado eso?
- No se trata de un cambio en el entorno.
Se ha mudado de ciudad, ha cambiado de trabajo, se ha divorciado, etc. ¿Y en qué medida esto le ha afectado?
- Ni tampoco un cambio en su apariencia. Aunque con frecuencia, los cambios internos se manifiestan también en cambios externos. Cambios en la forma de vestir, pérdida de peso, cambios de humor, etc.
Se ha cortado el pelo. ¡Ah!, estupendo seguro que le favorece. Pero, ¿ha cambiado por dentro?
- Se trata de un cambio psicológico.

El joven Dorian Gray, personaje de la novela El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde es un personaje que experimenta una trasformación a lo largo de la historia. Sin embargo, pese al paso de los años, su apariencia permanece intacta.
Como ya he comentado, con frecuencia los cambios internos llevan aparejados cambios externos. Cuando queremos tomar un rumbo diferente en nuestra vida solemos hacer también cambios externos: cambiar de trabajo, de aspecto o de amistades. Esos cambios externos son a veces un reflejo de una evolución interna. Pero lo importante son los motivos que nos llevan a querer hacer estos cambios. Ahí está la clave.
El cambio interno que experimenta el protagonista de la novela Sostiene Pereira, de Antonio Tabuchi, también provoca en él cambios externos, una pérdida de peso que es, en cierto modo, una metáfora de su estado emocional: sentirse liberado.
La evolución de protagonista y de los secundarios
Salvo los secundarios o incidentales, todos los protagonistas deben cambiar, tanto en el cuento como en la novela. Aunque como en todo hay excepciones. Si has leído la entrada de los arcos de personajes lo tendrás más claro.
En la novela, también puede ocurrir que algunos personajes secundarios, los más importantes, sufran algún cambio, eso enriquecerá la novela, aunque no es algo necesario, sobre todo si tenemos varios protagonistas que se llevan casi todo el peso de la historia. Eso sí, el desarrollo y descripción de esa evolución no tendrá el mismo detalle en la historia si se trata de un protagonista que en el caso de un personaje secundario.
En el cuento, dada su brevedad, es mejor que solo evolucionen los protagonistas, porque no tenemos apenas espacio para desarrollar dos deseos y conflictos.
Errores más frecuentes a la hora de mostrar la trasformación del prota
1-El protagonista evoluciona de golpe al final
En la novela, el protagonista va evolucionando progresivamente. Algunos escritores principiantes, cuando tienen bastante avanzada la historia, se dan cuenta de que el personaje no está evolucionando y modifican su comportamiento de golpe. No puede ser que el personaje no cambie durante 150 páginas y en las últimas 50 se trasforme completamente.
En el cuento, dada su brevedad, es menos frecuente este problema, pero no por ello debemos dejar de prestarle atención a esto.
2-No hay un motivo que justifique su trasformación
Otra cuestión a tener en cuenta es el motivo de su trasformación. Debe estar justificado en la trama, y lógicamente ser coherente con la personalidad del personaje y con los acontecimientos vividos. Si cambia, es como consecuencia o como reacción a las experiencias vividas, de haberse enfrentado al conflicto narrativo.
3-Pérdida de coherencia con respecto al personaje
Especialmente en la novela, hemos ido dibujando la personalidad y el carácter de nuestro protagonista. El lector lo conoce muy bien, de tal manera que, incluso, casi podría predecir algunos de sus comportamientos, como lo haría si se tratara de su mejor amigo. Pero nosotros los escritores, como dioses en la ficción, podemos caer en el error de querer que el personaje haga algo que nos interese para beneficiar a la trama, para generar interés en la historia, sin que sea coherente con su forma de ser. En definitiva, no es lo que es personaje haría si existiera en la realidad. Y eso el lector lo nota. Como he dicho al principio de este artículo, los personajes no son marionetas. Déjalos libres.
Para profundizar más en este tema, tal vez te interesen otros aspectos que tienen que ver con la estructura narrativa de una historia y que hemos tratado en el blog también como son las motivaciones de los personajes.

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