
Seguramente habrás oído hablar de la atmósfera de un cuento o de una novela. Especialmente en las historias pertenecientes a determinados géneros, como en el género de terror o el de suspense por ejemplo, la creación de una atmósfera es muy importante para introducir al lector dentro de la escena. Si un personaje tiene miedo, debemos lograr que los lectores sientan ese miedo y, sin la creación de una atmósfera adecuada, será muy difícil lograrlo. Lo mismo ocurrirá, por ejemplo, con el humor. Pero, vamos por partes, a qué nos referimos exactamente con la atmósfera de una escena.
Qué es la atmósfera literaria
La atmósfera literaria de un texto narrativo según palabras de Cortázar es “esa aura que pervive en el relato y poseerá al lector“. ¡Bravo por Cortázar! Con pocas palabras nos dice mucho. Así es, en literatura mostrar una atmósfera implica lograr que los lectores sientan. Que al leer tengan sensaciones y que la lectura les trasmita emociones. De eso se trata. Sí, ya sé que lo he dicho como si fuera fácil y no lo es.
Teresa Martín Taffarel en su libro “Caminos de escritura” define concretamente así la atmósfera literaria:
La atmósfera se manifiesta en un conjunto de cualidades y efectos producidos en el espacio que rodea a un personaje o que se respira en un texto poético. El término procede de la ciencia y etimológicamente significa “vapor” (atmos) y “esfera” (sphaira). Es decir envoltura gaseosa de la Tierra (María Moliner), y se refiere al aire, al cielo, a la intemperie. En este sentido podemos hablar de una atmósfera clara, pesada, seca, irrespirable, húmeda…
Si trasladamos estas cualidades a un paisaje o a un ambiente, creados con ciertas imágenes y expresado en un lenguaje poético con una particular carga emotiva, sugerimos un estado de ánimo especial.
Así que, cuando hablamos de atmósfera de un cuento, no nos referimos solo a la descripción del clima atmosférico, sino a un conjunto de elementos que están presentes en la escena. Aunque el clima también puede ser un elemento más que ayude a crear esa atmósfera literaria, especialmente si se trata de una metáfora de situación.
Como definición, podemos decir que la atmósfera literaria es el clima emocional que sobrevuela una escena y que nos proporciona, no solo la descripción del espacio donde se mueve un personaje, sino también otros aspectos, como las sensaciones que trasmite y el estado de ánimo del personaje en ese momento.
Podría decirse que la atmósfera es al espacio lo que el tono a la voz narrativa. Así, podemos encontrar distintos tipos de atmósfera literaria: asfixiante, tranquila, violenta, distendida, surrealista, cómica, misteriosa, siniestra… Dependiendo de las sensaciones que percibe el personaje y también el lector.
Ejemplos de atmósfera literaria
Para trasmitir la atmósfera al lector será necesario describir el escenario en que se mueve el personaje o, más bien, cómo se encuentra dentro de ese escenario. En esa descripción, cada elemento, cada objeto, es como un rasgo del estado emocional en que se encuentra sumido el personaje o que envuelve el espacio en el que se encuentra.
Atmósfera de un cuento: encontrar los elementos clave
La creación de la atmósfera de un cuento necesita del detalle y de la descripción, pero esa descripción debe estar especialmente escogida, seleccionada, no es cuestión tampoco de que sea más o menos extensa, sino de que sea capaz de trasmitir emociones al lector. No se trata de detallar más, sino de detallar mejor, de escoger los elementos claves y singulares de la escena.
En determinados géneros, como el romántico, el erótico, el policíaco o, especialmente, el de terror, la atmósfera de la escena es fundamental para que funcione el texto. Observa el comienzo del relato “La caída de la Casa Usher” de Edgar Allan Poe:
Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher. No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza.
Digo insoportable porque no lo atemperaba ninguno de esos sentimientos semiagradables, por ser poéticos, con los cuales recibe el espíritu aun las más austeras imágenes naturales de lo desolado o lo terrible. Miré el escenario que tenía delante -la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados- con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime.
Cuando hablamos de cuento, hablamos de brevedad y, en ocasiones, pensamos que la descripción y la atmósfera son incompatibles con la brevedad. Pero esto no es cierto. Se puede lograr la atmósfera de un cuento en pocas líneas. Observa este fragmento perteneciente al relato titulado “Subasta” del libro recopilatorio de relatos Pelea de gallos de María Fernanda Ampuero.
El taxista sacó una pistola, me miró a los ojos, dijo con una amabilidad ridícula:
—Llegamos a su destino, señorita.
Lo que siguió fue rápido. Alguien abrió la puerta antes de que yo pudiera poner el seguro, me echó el trapo sobre la cabeza, me ató las manos y me metió en esa especie de garaje con olor a gallera podrida y me obligó a arrodillarme en una esquina.
Se escuchan conversaciones. El gordo y alguien más y luego otro y otro. Llega gente. Se escuchan risas y destapar cervezas. Empieza a oler a maría y alguna otra de esas mierdas con olor picante. El hombre que está a mi lado hace rato que ya no me dice que esté tranquila. Se lo debe estar diciendo a sí mismo.
Acciones, sonidos, olores y sensaciones: todo está aquí al servicio de la atmósfera literia del cuento en muy pocas líneas.
Atmósfera de una novela
En una novela, no tenemos el inconveniente de la brevedad, sin embargo, esto no quiere decir que no debamos imponernos ciertos límites. Con frecuencia, menos es más. Sin embargo, una buena forma de contribuir a la crear la atmósfera literaria que necesitamos en una novela es conectar la descripción de la escena y de los acontecimientos que suceden con algún recuerdo del personaje. Sirva este ejemplo perteneciente a Territorio Comanche, de Pérez-Reverte.
Dio unos pasos por la carretera, en dirección al puente. El paisaje habría sido apacible de no ser por los tejados en llamas entre los árboles del otro lado del río, y la humareda negra suspendida entre cielo y tierra. A este lado había un talud que bajaba hasta la linde de un bosque, unos campos anegados a la izquierda, y la carretera que hacía una curva cien metros más allá, junto a la granja donde estaba el Nissan. En cuanto al puente, consistía en una antigua estructura metálica milagrosamente intacta después de tres años de guerra, de esas que tienen dos grandes arcos de acero para sostener la pasarela. A Barlés le recordaba uno semejante, de hojalata, que tuvo de niño, con la vía férrea de un tren eléctrico.
Como ya te he comentado, recuerda que no se trata de detallar más, sino de escoger los elementos clave. Si alguien está empuñando una pistola, el mechón de cabello rubio ensortijado que se desliza por el cuello de la protagonista ahora mismo no me interesa. Y puede que más adelante tampoco.



La protagonista de tu historia entra en esta habitación. Qué detalle te parecería interesante destacar.
1) Hay un vaso, y sus labios carnosos tienen sed. 2) Huele a vómito.
Parece de Perogrullo, ¿no? Entonces, ¿por qué siempre veo con más claridad la ropa de la protagonista cuando camina por la calle que la ciudad donde vive? Con frecuencia, ponemos la atención en el detalle equivocado.
Cómo lograr atmósfera en un cuento o novela
Ya sabemos que, para lograr una atmósfera determinada, necesitaremos describir el espacio. El espacio arquitectónico, ya de por sí, trasmite sensaciones. Como arquitecto, sé de qué hablo. Pero además del espacio físico hay otros factores que nos pueden ayudar a crear esa atmósfera literaria.
Voy a ponerte un ejemplo que seguramente entenderás enseguida. ¿Has entrado alguna vez en un centro de bienestar o en un spa? El sonido del agua, la iluminación tenue, el color del mobiliario y los elementos decorativos (tonos azules, verdes, terrosos o blancos habitualmente), la música relajante, el olor de los aceites esenciales… todo ello ayuda a crear esa atmósfera de relax.
A continuación, vamos a citar de manera no exhaustiva algunos recursos para lograr la ansiada atmósfera literaria:
–Mediante la adecuada descripción del espacio literario
Ya se trate de un espacio interior o exterior. No te olvides que una buena descripción no se limita a mencionar los aspectos que pueden percibirse con la vista. Piensa en el ejemplo del spa: utiliza los cinco sentidos. En el relato “El extraño”, H.P. Lovecraft lo consigue de esta forma:
No sé dónde nací, salvo que el castillo era infinitamente horrible, lleno de pasadizos oscuros y con altos cielos rasos donde la mirada sólo hallaba telarañas y sombras. Las piedras de los agrietados corredores estaban siempre odiosamente húmedas y por doquier se percibía un olor maldito, como de pilas de cadáveres de generaciones muertas. Jamás había luz, por lo que solía encender velas y quedarme mirándolas fijamente en busca de alivio; tampoco afuera brillaba el sol, ya que esas terribles arboledas se elevaban por encima de la torre más alta. Una sola, una torre negra, sobrepasaba el ramaje y salía al cielo abierto y desconocido, pero estaba casi en ruinas y sólo se podía ascender a ella por un escarpado muro poco menos que imposible de escalar.
Pasadizos oscuros, altos cielos rasos, telarañas, piedras húmedas y olor maldito: los cinco sentidos están presentes en esta descripción.
-El uso de recursos como las metáforas o lo simbólico
El uso de determinados recursos como las metáforas también pueden ser de gran utilidad para lograr crear atmósfera literaria en nuestras historias, especialmente si se trata de una metáfora de situación. Fíjate en la metáfora del comienzo del relato de Poe, cómo describe la casa Usher con esas “ventanas como ojos vacíos”. Hacer uso de dobles significados, uno real y otro simbólico es también una baza interesante.
–Prestar atención a los detalles
Detallar mejor no quiere decir hacer la descripción más larga, sino escoger los detalles singulares del espacio, aquellos que caracterizan el lugar, que lo distinguen de otro similar. Si describes un hospital y a un médico con bata, no tiene nada de particular. Otra cosa sería si la bata está toda manchada de sangre o las mangas le quedan demasiado grandes.
Porque insisto, como te he comentado ya, no se trata de incluir una minuciosa descripción de cada elemento presente en la escena, sino de escoger los elementos clave o singulares.
-Lo concreto debe dominar sobre lo abstracto
Cuanto más visibilidad literaria, más facilidad para el lector para sentirse que está allí, dentro de la escena, al mismo tiempo que tu personaje. Cuanto más concretemos, mejor. Todas las escuelas tienen pizarras, pero nada tiene que ver una verde para escribir con tiza que una pizarra electrónica.
¡Cuidado con esto! Porque no es cuestión de añadir la descripción de los objetos como lo harías en una web de compras por internet. Se trata de ir añadiendo detalles aquí o allá, integrar la información que te interesa dentro del texto para hacerla más amena.
–Incluye al personaje en ese espacio por medio de acciones
No es lo mismo decir que un lugar le produce asco a tu protagonista, que decir que vomitó nada más entrar por la puerta. Piensa que la atmósfera literaria tiene como finalidad hacer sentir emociones al lector.
–La caracterización del personaje
Describir al protagonista también puede contribuir a crear cierta atmósfera, siempre que esa descripción sea singular. Por ejemplo, la descripción de la apariencia de los personajes puede ayudar a ambientas las novelas históricas o ambientadas en épocas muy concretas. Así comienza la novela El corazón helado de Almudena Grandes:
Las mujeres no llevaban medias. Sus rodillas anchas, abultadas, pulposas, subrayadas por el elástico de los calcetines, asomaban de vez en cuando bajo el borde de sus vestidos, que no eran vestidos, sino una especie de fundas de tela liviana, sin forma y sin solapas, a las que yo no sabría cómo llamar. Por eso me fijé en ellas, plantadas como árboles chatos en la descuidada hierba del cementerio, sin medias, sin botas, sin más abrigo que una chaqueta de lana gruesa que mantenían sujeta sobre el pecho con sus brazos cruzados.
Los hombres tampoco llevaban abrigo, pero se habían abrochado las chaquetas, también de punto y gruesas, más oscuras, para esconder las manos en los bolsillos de los pantalones. Se parecían entre sí tanto como las mujeres. Todos tenían la camisa abotonada hasta el cuello, la barba dura, recién afeitada, y el pelo muy corto. Algunos usaban boina, otros no, pero su postura era la misma, las piernas separadas, la cabeza muy tiesa, los pies firmes en el suelo, árboles como ellas, cortos y macizos, capaces de aguantar calamidades, muy viejos y muy fuertes a la vez.
Sin embargo, no siempre es importante la apariencia física del protagonista, con frecuencia son más interesantes los aspectos psicológicos del personaje, de los que hemos hablado en otra de las entradas del blog.
Si te ha gustado esta entrada, no te olvides de comentar y proponernos nuevos temas para el blog. Sobre este y otros conceptos puedes aprender más en nuestro taller de relatos.
Bibliografía:
Cortázar, Julio. Del cuento breve y sus alrededores.
Martín Taffarel, Teresa. Caminos de escritura. Editorial Octaedro. Barcelona, 2003.

Esto me gusta mucho y por eso te doy un megusta.
Excelente.
Este tema es importantísimo en la escritura creativa. Cuando escribimos una historia no debemos olvidarnos de crear la atmósfera adecuada al género, para lograr transmitir lo que queremos y llegar a las emociones del lector.
Saludos !!
Muy bien hecho.
Excelente, me ayudó mucho en la creación de una reseña literaria.
Gracias.
Esta muy bien :))
Excelente interpretación del concepto “Atmósfera Literaria”.
Sigue siendo por supuesto una “aproximación”, muy buena, pero no podemos ignorar que toda explicación sobre una creación artística puede llegar a ser infinita. Jamás, jamás es posible encasillar una obra de arte, en definiciones… o en interpretaciones “acotadas”…
Claro que no, María Eugenia.
No es tampoco nuestra intención encasillar nada. En este blog solo queremos aproximarnos a los conceptos de la teoría literaria, porque el conocimiento de la teoría nos puede ayudar a la hora de poner en práctica los recursos. Del mismo modo que lo hace la lectura de “los grandes maestros” de la literatura.
Gracias por pasarte por aquí.
Hola: Yo soy nuevo estudiante en literatura, y a mi me ha servido bastante estos conceptos teoricos literarios. Especialmente en la estructura del cuento. Muchas gracias.
Muchas gracias, Jesús. Encantados de poder ayudarte.
Muy buenas descripciones para entender las atmosferas.
Atmósfera que envuelve a los personajes, es decir, sus emociones como: amor, miedo, tristeza, odio, etc. ¿Cuál es la respuesta?
No entiendo la pregunta. La atmófera que envuelve a los personajes dependerá de cada texto en concreto, de lo que trasmita.
Excelente información para el conocimiento de la atmosfera en escribir para cuento o historia.
La atmósfera, esa áurea que cubre el escenario en donde se desarrollan los acontecimientos que deseamos relatar, pareciera ser cosa de genios. Debo confesar que es de las escrituras más difíciles de lograr cuando aspiramos a crear una obra de calidad. Infortunadamente, es así, pero es lo que en verdad la cubierta del relato que le da vida, le imprime emoción, lo caracteriza para llevarlo a una categoría superior.
Páginas cono éstas, son las que el mundo necesita hoy. Una mirada de como se llega creación artística, ayuda de alguna manera a aliviar el peso de la percepcion de mundo al cual pertenecemos.