
Cuando hablamos de caracterización de personajes, de caracterizar, nos referimos a retratar, a dibujar una imagen, una idea del aspecto y de la personalidad del protagonista en la mente del lector. Es decir se trata de que el lector llegue a conocerlo bien. Como ya vimos en la entrada del blog “cómo crear un personaje de ficción“, para caracterizar a un personaje, podemos recurrir a cinco aspectos: descripción física, actitud y comportamiento, pensamientos, reacciones y, por último, discurso y habla.
Hemos dedicado otras entradas del blog a desarrollar algunos de estos aspectos. Por ejemplo, el habla de los personajes y, una de las entradas más visitadas del blog, la caracterización psicológica de los personajes: el carácter.
En esta entrada vamos a hablar de la apariencia del personaje literario. Más concretamente de un aspecto específico: la singularización.
Singularidad de los personajes: el personaje es único
Una de las cosas que no debemos olvidar a la hora de caracterizar personajes es que, para lograr una buena caracterización, debemos dotarlos de singularidad. Esta es una forma, no la única, de llamar la atención del lector sobre él. En el estudio de la escritura creativa, suele decirse que “lo previsible se hace invisible”. Si describimos un personaje de forma general, o de tal forma que el lector no pueda distinguirlo de otros personajes de la historia, la caracterización no servirá de mucho.
Decir que al entrar en la consulta el doctor llevaba una bata blanca no nos dice nada especial del personaje. Sería distinto si esa bata estuviera manchada de chocolate. Un juez con toga no tiene nada de particular, sería singular y diferente si tartamudeara o si tuviera un crucifijo sobre el estrado y se santiguara siempre después de hacer sonar la campanilla. Si nuestro protagonista es un adolescente y decimos que lleva pantalones vaqueros, camiseta y deportivas, ¿crees es útil esta información? Así que no se trata solo de describir, de incluir detalles, sino de escoger los detalles significativos.
Especialmente importante es esta cuestión, si hablamos de los protagonistas de nuestras historias. Ahora bien, para singularizar un personaje no es necesario que incluyamos un listado detallado de todas sus características físicas. En ocasiones, leo textos de alumnos que no solo describen con sumo detalle toda la ropa que viste el personaje, sino incluso también, aquello que, desde fuera, no sería posible ver. Como si lleva camiseta interior o tiene un lunar oculto en alguna parte del cuerpo. Las características que más nos interesan son aquellas que también puedan ver el resto de personajes que rodean a nuestro protagonista: esas que lo destacan del resto.
Te propongo un ejercicio. Imagina que tu protagonista está en un concierto, una manifestación o un lugar muy concurrido. Mandas a alguien, que nunca lo ha visto antes, a buscarlo. Qué dos o tres características le dirías para poder diferenciarlo. Esas son las que lo definen. Ojo, esas características tampoco tienen por qué ser extrañas o estrambóticas. No se trata de disfrazar al personaje. Pero sí lograr que, en su conjunto, nos permitan distinguirlo.
Esto debemos de tenerlo en cuenta a la hora de caracterizar a los personajes no solo en la historia en general, sino también en una escena en concreto. Si un personaje serio y estirado de pronto sonríe, es un detalle singular que debemos señalar.
Uno de los rasgos singulares del personaje de Monteiro Rossi en Sostiene Pereira, la célebre novela de Antonio Tabuchi, es que a menudo se le cae un mechón de cabello sobre la frente, sobre todo cuando habla. Esto es un problema cuando, en la película de Roberto Faenza, el actor apenas tiene mechón. Pese a ello la película tiene cierto interés, gracias sobre todo a la interpretación de Marcello Mastroianni como Pereira.

Monteiro Rossi se echó hacia atrás el mechón de pelo que le caía sobre la frente y respondió: Soy licenciado en filosofía, me intereso por la filosofía y la literatura, pero ¿qué tiene que ver eso con el Lisboa? Tiene que ver, sostiene haber dicho Pereira, porque nosotros hacemos un periódico libre e independiente y no queremos meternos en política.
Qué es la apariencia de un personaje literario
Siempre que hablamos de apariencia, todo el mundo tiene claro algunas caraterísticas que se incluye en ella. La altura, el peso, el color de pelo y de ojos, y sobre todo la forma de vestir, la ropa y los complementos, que lleva nuestro personaje son lo primero que nos viene a la cabeza.
Pero se entiende por apariencia de un personaje todo aquello que puede ser percibido con los sentidos. Esto incluye su forma de andar (puede que arrastre los pies o que tenga una leve cojera), gestos del rostro o muecas, formas de moverse y de expresarse (quizá camina con los brazos estirados o mueve mucho las manos al hablar), cicatrices, lunares y tatuajes, etc. Podemos utilizar muchas características que pueden apreciarse visualmente más allá de su vestimenta.

No siempre la forma de vestir es útil para caracterizar y singularizar a un personaje. En ocasiones, los gestos del rostro o los movimientos del cuerpo resultan más singulares.
Ejemplo de caracterización de personaje
Vamos a ver un ejemplo de caracterización de personajes en este microrrelato de Sam Shepard en el que el ayudante de camarero está perfectamente definido por su apariencia y por su habla. El relato está incluido en el libro de relatos Crónicas de motel.
El hilo musical suelta un zumbido cada vez que suben los graves del bajo para fundirse en el coro de trompetas asordinadas (Tijuana Brass). El ayudante de camarero, un joven chicano que tiene una cicatriz muy marcada a todo lo largo de la nariz, está encorvado detrás del mostrador, con un teléfono amarillo. Más que uniformado parece disfrazado, como si el uniforme no fuese capaz de transformarlo socialmente y convertirlo en un ayudante de camarero. Habla con breves frases suaves, en castellano. Se le arrugan las comisuras de los ojos, como si al otro lado del hilo hubiese una mujer.
Adolescentes con navaja automática y que acaban de echarse novia cruzan constantemente del mostrador a la pared de los teléfonos públicos.
Desde una cabina anaranjada un hombre grita:
—¡Juanita!
Se dirige a una morena alta y flaca que parece cualquier cosa menos española. Ella se vuelve hacia él, abrazándole el pecho, con los ojos muy abiertos, como si no supiera qué esperar, hasta que le reconoce y corre hacia él diciendo:
—¡Dios mío! He oído que me llamaban por mi nombre y he pensado “alguien me conoce”.
Como ves, con pocas líneas, pero muy efectivas, Shepard logra caracterizar perfectamente al personaje. Los rasgos físicos (la cicatriz y su postura encorvada), su forma de vestir (el uniforme que parece un disfraz), la forma de hablar, así los gestos cuando habla por teléfono (arrugando las comisuras de los labios), dotan de singularidad al personaje en la escena.

Me parece bastante útil. ¡Gracias por publicarlo!
Excelente explicación, me fue muy útil! Me ha gustado mucho tu blog . Gracias!
Necesito consejo para caracterizar un personaje que luego falleció en la novela
La forma de caracterizar a un personaje no es diferente para un personaje que ha fallecido y otro que no. Dedende de cuál sea tu narrador y cómo organices tu trama tendrás algunas limitaciones, claro está. Si narras en presente, no puedes incluir escenas una vez haya muerto, lógicamente. Pero puedes hacer retrospecciones, narrar escenas del pasado donde sí aparezca. También puedes caracterizarlo de forma indirecta, cuando algunos personajes hablen de él o recuerden una escena que vivieron con él. También puedes describir objetos suyos o los lugares que habitó (su casa, su habitación…). Contar o describir los resultados de sus acciones, sus éxitos y fracasos. Pero, al final, se tienes un narrador omnisciente puedes hacer lo que quieras, ya que puedes desordenar la trama y viajar en el timepo y el espacio.
Los consejos para la caracterización propiamente dicha son los mismos para todos los personajes, puedes leer algunos en el blog.