Si eres un lector observador, te habrás dado cuenta, de que el tiempo verbal más habitual en la novela es el tiempo pretérito. Aunque también podemos encontrar algunas novelas contemporáneas escritas en tiempo presente, no es algo frecuente en la literatura clásica.
A continuación quiero hablaros acerca de los usos más comunes de los tiempos verbales en la narración, así como las ventajas e inconvenientes de la utilización de cada uno de ellos. Veremos también algunos ejemplos.
Cómo saber en qué tiempo verbal se narra un texto
Es normal que en un texto, ya se trate de un texto narrativo o no, se empleen diferentes tiempos verbales. Lo hacemos también cuando hablamos, incluso dentro de una misma frase. Por ejemplo, si digo: “No quise decirle nada porque soy una persona muy reservada”, estoy usando el pretérito perfecto simple (también llamado indefinido) del verbo querer y el presente de indicativo del verbo ser. Esto confunde a algunos estudiantes que nos escriben. En qué tiempo se estaría narrando la historia entonces. Tenemos que fijarnos en el tiempo verbal principal. Cómo distinguirlo.
Para darnos cuenta del tiempo verbal principal en que se narra un relato o una novela (en presente o en pasado o pretérito) una buena idea es fijarnos en los verbos de habla de las acotaciones de los diálogos (los típicos dice/dijo, contesta/contestó, etc.). Otra pista son las acciones principales de la historia. El texto puede incluir recuerdos, deseos del personaje, etc. Pero qué verbo se utiliza cuando un personaje realiza una acción.
En el ejemplo “No quise decirle nada porque soy una persona muy reservada”, la acción principal se expresa en la perífrasis “querer decir”, que está en pretérito. Soy muy reservada no es un acción, sino una aclaración o comentario del narrador.
Veamos también un ejemplo con diálogos. A continuación puedes leer el comienzo de Las ataduras, de Carmen Martín Gaite.
—No puedo dormir, no puedo. Da la luz, Herminia —dijo el viejo maestro, saltando sobre los muelles de la cama.
Ella se dio la vuelta hacia el otro lado, y se cubrió con las ropas revueltas.
—Benjamín, me estás destapando —protestó—. ¿Qué te pasa?, ¿no te has dormido todavía?
—¿Qué quieres que me pase? Ya lo sabes, ¿es que no lo sabes? ¡Quién se puede dormir! Sólo tú que pareces de corcho.
—No vuelvas a empezar ahora, por Dios —dijo la voz soñolienta de la mujer—. Procura dormir, hombre, déjame, estoy cansada del viaje.
—Y yo también. Eso es lo que tengo atragantado, eso. Ese viaje inútil y maldito, me cago en Satanás; que si se pudieran hacer las cosas dos veces…
Como habrás podido observar, el parlamento (que es la reproducción textual de los personajes), usa tiempos del presente (no puedo, da la luz, me estás destapando…). Pero aquí tenemos, como os he comentado, que fijarnos en el verbo de las acotaciones del narrador (dijo, protestó…). La novela utiliza pues el pretérito indefinido. Si la novela estuviera escrita en presente, las acotaciones del diálogo estarían también en presente. Sería algo así:
—No puedo dormir, no puedo. Da la luz, Herminia —dice el viejo maestro, saltando sobre los muelles de la cama.
Ella se da la vuelta hacia el otro lado, y se cubre con las ropas revueltas.
—Benjamín, me estás destapando —protesta—. ¿Qué te pasa?, ¿no te has dormido todavía?
El pretérito, el tiempo verbal por antonomasia en la novela
El tiempo verbal por antonomasia en la novela es el pretérito, con frecuencia el pretérito perfecto simple. Es el tiempo más utilizado en las narraciones de la antigüedad y en la novela clásica. De igual modo que el narrador omnisciente es el narrador más frecuente.
No me gusta decir que una opción narrativa es mejor o peor, pero lo que sí podemos decir es que utilizar un tiempo en pretérito nos da mucha libertad a la hora de organizar la trama de nuestras historias. En la literatura clásica el empleo del narrador omnisciente junto con la utilización del pretérito perfecto simple permitía incorporar retrospecciones y anticipaciones de la historia sin generar ningún problema. El narrador omnisciente conoce toda la información y, si la historia se narra en indefinido, quiere decir que esta ya ha sucedido. Conociendo ya el final de la historia el narrador puede por tanto moverse en ella a su antojo.
Este es el comienzo de La señora Dalloway, la célebre novela de Virginia Woolf, que está narrada en pretérito perfecto simple y con ese narrador omnisciente tan característico de Virginia Woolf:
La señora Dalloway dijo que ella misma se encargaría de comprar las flores.
Sí, ya que Lucy tendría trabajo más que suficiente. Había que desmontar las puertas; acudirían los operarios de Rumpelmayer. Y entonces Clarissa Dalloway pensó: qué mañana diáfana, cual regalada a unos niños en la playa.
¡Qué fiesta! ¡Qué aventura! Siempre tuvo esta impresión cuando, con un leve gemido de las bisagras, que ahora le pareció oír, abría de par en par el balcón, en Bourton, y salía al aire libre. ¡Qué fresco, qué calmo, más silencioso que éste, desde luego, era el aire a primera hora de la mañana…!
Como el golpe de una ola; como el beso de una ola; fresco y penetrante, y sin embargo (para una muchacha de dieciocho años, que eran los que entonces contaba) solemne, con la sensación que la embargaba, mientras estaba en pie ante el balcón abierto, de que algo horroroso estaba a punto de ocurrir; mirando las flores, mirando los árboles con el humo que sinuoso rugía de ellos, y las cornejas alzándose y descendiendo; y lo contempló, en pie, hasta que Peter Walsh dijo: «¿Meditando entre vegetales?» —¿fue eso?—, «Prefiero los hombres a las coliflores» —¿fue eso?—. Seguramente lo dijo a la hora del desayuno, una mañana en que ella había salido a la terraza, Peter Walsh.
Regresaría de la India cualquiera de estos días, en junio o julio, Clarissa Dalloway lo había olvidado debido a lo aburridas que eran sus cartas: lo que una recordaba eran sus dichos, sus ojos, su cortaplumas, su sonrisa, sus malos humores, y, cuando millones de cosas se habían desvanecido totalmente —¡qué extraño era!—, unas cuantas frases como esta referente a las verduras.
Tal y como hemos dicho, es normal que en una novela se utilicen diferentes tiempos verbales. Aquí encontramos el presente cuando se utilliza el estilo directo (reproducción textual de las palabras de un personaje), por ejemplo, en “prefiero los hombres a las coliflores”. También se emplea condicional simple en “regresaría de la India”. Pero si nos fijamos en las acotaciones y las acciones principales de la historia vemos que se narran en pretérito prefecto simple (indefinido): “tuvo” esa impresión, le “pareció” oír, seguramente lo “dijo”…
Tiempo presente en la novela
Ignoro cuál fue la primera novela escrita en tiempo presente como verbo principal. Pero una de las más conocidas es la novela El periodista deportivo de Richard Ford, Además de esta, las otras dos novelas de su trilogía, El Día de la Independencia y Acción de Gracias también están escritas en tiempo presente.
En la actualidad, novelas de género policíaco o fantástico utilizan también el tiempo presente como la novela Cicatriz, o la trilogía Reina Roja, Loba Negra y Rey Blanco, todas ellas de Juan Gómez Jurado. O también la trilogía de Los juegos del hambre de Suzanne Collins. Puedes ver un ejemplo en el comienzo del primer capítulo de Cicatriz de Juan Gómez Jurado.
Me inclino hacia delante y vomito en la enorme papelera cromada. Mi estómago se contrae como un limón exprimido hasta dejarlo seco. La oleada de sangre en mi cabeza hace que el tiempo se detenga a mi alrededor, y que solo exista este borde frío metálico en el que me apoyo hasta que logro respirar con normalidad.
—¿Estás bien, Simon? —dice Tom.
El contacto de la mano de mi amigo en el hombro es tranquilizador, reconfortante. Al menos hasta que asiento. Entonces me agarra de la camisa y tira de mí hacia atrás, intentando enderezarme. Tengo que apoyarme en la pared para conseguirlo, porque Tom es un palmo más bajo que yo y pesa veinte kilos menos.
También podemos encontrar novelas autobiográficas escritas en presente, como Infancia de Coetzee o que alternan el presente con el pasado, como El amante de Marguerite Duras.
Alternancia de tiempos verbales: la retrospectiva y la narración múltiple
Es más común, sin embargo, la utilización del tiempo verbal presente en momentos puntuales en novelas que utilizan el pasado como tiempo principal. Ocurre cuando se produce un cambio de punto de vista, es decir, cuando dentro de una novela escrita en tiempo pretérito encontramos fragmentos en presente.
La retrospección
La alternancia de tiempo verbales puede suceder, por ejemplo, cuando el narrador realiza una retrospección. Cuando se está narrando un hecho que sucedió en el pasado, pero desde el presente. Es el caso en el que un narrador en primera persona, normalmente el protagonista, reflexiona sobre algo que le sucedió o le marcó profundamente. Utiliza como el pasado como tiempo verbal al recordar la historia, pero cambia al presente cuando reflexiona sobre ella. En estos casos los diferentes tiempos verbales se alternan. Esta utilización del tiempo verbal pasado con la utilización del tiempo presente de manera puntual es común por ello en la escritura autobiográfica.
En Nada se opone a la noche, de Delphine de Vigan, la narrador comienza recordando, desde el presente, la muerte de su madre dos años antes:
Mi madre estaba azul, de un azul pálido mezclado con ceniza, las manos extrañamente más oscuras que el rostro, cuando la encontré en su casa esa mañana de enero. Las manos como manchadas de tinta en los nudillos de las falanges.
Mi madre llevaba varios días muerta.
Ignoro cuántos segundos, quizá minutos, necesité para comprenderlo, a pesar de lo evidente de la situación (mi madre estaba echada en su cama y no respondía a ninguna señal), un tiempo muy largo, torpe y febril, hasta el grito que salió de mis pulmones, como tras varios minutos de apnea. Todavía hoy, más de dos años después, sigue siendo para mí un misterio, ¿mediante qué mecanismo pudo mi cerebro mantener tan alejada de él la percepción del cuerpo de mi madre, y sobre todo de su olor?, ¿cómo pudo tardar tanto tiempo en aceptar la información que yacía ante él? No es el único interrogante que me dejó su muerte.
Cuatro o cinco semanas más tarde, en un estado de atontamiento de una singular opacidad, recibía el Premio de los Libreros por una novela en la que uno de los personajes era una madre encerrada y retirada de todo que, tras años de silencio, recuperaba el uso de la palabra. A la mía le había dado el libro antes de su publicación, orgullosa sin duda de haber acabado otra novela, consciente sin embargo, aunque fuese mediante la ficción, de meter el dedo en la llaga.
No tengo ningún recuerdo del lugar en el que se celebró la entrega del premio, ni de la ceremonia en sí.
La perspectiva múltiple
Es frecuente el cambio de tiempo verbal en novelas con narración múltiple, aquellas narraciones que utilizan distintos narradores. En ocasiones, el cambio de narrador va acompañado de un cambio en la forma verbal de la narración, como en El amante de Margarite Duras o Las cenizas de Ángela. Este cambio de tiempo verbal puede utilizarse como función retrospectiva, pero también para narrar en presente acciones que sucedieron en el pasado, logrando con ello que las escenas se hagan más vívidas para el lector.
Tiempo presente en el relato
La mayoría de los relatos trascurre en un tiempo relativamente corto. Es por eso que la utilización del tiempo presente es algo más común. En los cuentos, la utilización del presente permite que la historia adquiera en ocasiones un aire de atemporalidad. Un ejemplo de cuento escrito en presente es “Mujeres desesperadas”, relato incluido en el libro recopilatorio de relatos Pájaros en la boca de Samanta Schweblin. Puedes leer un fragmento a continuación:
Al asomarse a la ruta, Felicidad comprende su destino. Él no la ha esperado y, como si el pasado fuese tangible, ella cree ver en el horizonte el débil reflejo rojizo de las luces traseras del auto. En la oscuridad llana del campo sólo hay desilusión y un vestido de novia.
Sentada sobre una piedra junto a la puerta del baño concluye que no debió haber demorado tanto, que quizá las cosas debieron haber sucedido más rápido. Le resulta extraño encontrarse allí, quitando del bordado del vestido granitos de arroz, sin nada más que el campo, la ruta y, junto a la ruta, un baño de mujeres.
Pasa un tiempo en el que Felicidad logra desprenderse de todos los granitos de arroz. No llora todavía, sino que, absorta en un shock de abandono, corrige los pliegues del vestido, analiza sus uñas, y contempla, como quien espera el regreso, la ruta por la que él se ha alejado.
—No vuelven —dice Nené, y Felicidad grita espantada por el susto como si esa mujer que ahora la mira fuese un espectro maligno.
¿Puede utilizarse un tiempo verbal futuro para contar una historia?
No es fácil, pero no imposible. En estos casos la historia se formula más bien como una hipótesis. Algo que podría suceder, pero no se saber si sucederá o si ha sucedido ya. También se puede utilizar para narrar una historia que alguien imagina o para hacer suposiciones. Su utilización es más común en momentos puntuales de una narración. Sin embargo, hay un breve relato de Borges titulado Alguien soñará que utiliza un tiempo en futuro:
¿Qué soñará el indescifrable futuro? Soñará que Alonso Quijano puede ser don Quijote sin dejar su aldea y sus libros. Soñará que una víspera de Ulises puede ser más pródiga que el poema que narra sus trabajos. Soñará generaciones humanas que no reconocerán el nombre de Ulises. Soñará sueños más precisos que la vigilia de hoy. Soñará que podremos hacer milagros y que no los haremos, porque será más real imaginarlos. Soñará mundos tan intensos que la voz de una sola de sus aves podría matarte. Soñará que el olvido y la memoria pueden ser actos voluntarios, no agresiones o dádivas del azar. Soñará que veremos con todo el cuerpo, como quería Milton desde la sombra de esos tiernos orbes, los ojos. Soñará un mundo sin la máquina y sin esa doliente máquina, el cuerpo. La vida no es un sueño pero puede llegar a ser un sueño, escribe Novalis.
La elección del tiempo verbal
Se han analizado y estudiado mucho los distintos narradores y voces narrativas que pueden utilizarse para escribir. Tenemos varias entradas en el blog dedicas a los tipos de narradores y, en especial a los narradores internos, al narrador omnisciente y al narrador cámara. Todos los escritores principantes consideran importante la elección de quién contará la historia, pero no se presta tanta atención al tiempo verbal de la novela, a la elección del momento en que se contará la historia con respecto al momento al que sucedió. No es lo mismo que el narrador vaya viviendo los sucesos al mismo tiempo que los narra que nos cuente una historia que ya ha sucedido.
La utilización del tiempo presente nos da una sensación de inmeditatez. Es como si el personaje y, a su vez, el lector, lo viviera en ese preciso momento. Pero tiene algunas limitaciones. Como, por ejemplo, no es posible realizar anticipaciones. Además, el hecho de que el narrador no conozca el final de la historia puede hacer más difícil la selección de los hechos. Por qué nos contaría un narrador en primera persona algo si aún no sabe que ese suceso tendrá importancia en la historia. ¿Qué detalles entiende que no debe omitir? ¿No podría resultar por ello artificial la organización de la trama?
Si la historia ya ha sucedido, si ya se conoce cómo termina, tiene sentido que el narrador escoja y organice la información de manera que todas las piezas encajen. Cabría preguntarse, por tanto, si un narrador en presente debe contarnos todo lo que hace y ve. En un cuento, que habitualmente sucede en un espacio temporal muy pequeño, esto no tiene por qué generar muchos problemas, pero ¿y en una novela?
Por su parte, el tiempo presente puede limitar la organización de la trama. No genera ningún problema si esta es lineal y en la historia se mantiene el orden cronológico, como puede suceder en determinadas historias de trama policial, sobre todo aquellas en las que el narrador es el detective. Es por eso que el pasado es el tiempo verbal más habitual en las novelas, especialmente si el tiempo de la acción es muy largo. Resulta difícil mantener el tiempo presente en historias que trascurren en muchos años, salvo que se trate de una novela secuencial.
Diferencias entre los tiempos verbales en pretérito
A continuación, vamos a analizar el tiempo verbal en la novela y las diferencias entre los tiempos de pretérito desde el punto de vista gramatical. Concretamente entre el pretérito indefinido, el pretérito imperfecto y el pretérito perfecto.
Comencemos con un recordatorio de lo que se supone que ya sabemos por la clases de Lengua del colegio. Tanto el pretérito perfecto como el pretérito indefinido expresan acciones que tuvieron lugar en el pasado y que ya han finalizado. La diferencia entre una y otra forma verbal está en que, en el pretérito perfecto simple (anteriormente indefinido), el tiempo en el que se desarrolla la acción principal, también ha concluido. Mientras que en el pretérito perfecto no. Lo tendrás más claro con algunos ejemplos sencillos. Si decimos:
Juan trabajó en esta universidad hace tres años.
Ya no sigue trabajando en la universidad, usamos por tanto el pretérito perfecto simple.
Juan ha trabajado en esta universidad desde que se graduó.
Sigue trabajando allí, así que usamos el que se denomina pretérito perfecto y que, en realidad, es el pretérito perfecto compuesto.
Por el contrario, el imperfecto expresa acciones habituales, que se han repetido varias veces a lo largo de un determinado número de tiempo. Con el imperfecto lo que se pretende es recalcar la regularidad o continuidad de una acción. Si esta se repetía a lo largo del tiempo, independientemente de cuándo comenzó y cuándo acabó. Siguiendo con el mismo ejemplo:
Juan trabajaba en esta universidad todos los veranos.
Lo que nos interesa recalcar en esta oración es que la regularidad de la acción, que Juan, todos los veranos, iba a trabajar a universidad.
Esto es importante tenerlo en cuenta a la hora de escoger el tiempo verbal con el que narrar las escenas de nuestras historias, ya sean relatos o novelas, como veremos a continuación.
El arranque de la acción
Recordemos que una historia cuenta como mínimo un acontecimiento, un acción que ha protagonizado un personaje. Sin embargo, una acción que nuestro protagonista realiza todos los días no puede ser argumento para una historia, salvo que, en un día concreto, ocurra algo que dé un giro a la vida del personaje. Pero entonces en ese momento habrá dejado de ser algo cotidiano. La rutina es enemigo de las historias. Por eso, la historia principal del relato no puede ser narrada mediante pretérito imperfecto.
La elección del tiempo verbal en la novela
Sobre esta elección del tiempo verbal en la novela y el cuento, en concreto, sobre el imperfecto, nos habla Enrique Páez en su libro, Escribir, Manual de técnicas narrativas:
…El pretérito indefinido, a diferencia del pretérito imperfecto, presenta las acciones como terminadas, por lo que el más adecuado para narrar acciones que ya han sucedido. Es muy frecuente entre los autores que comienzan a escribir el utilizar el tiempo verbal de modo incorrecto (desde el punto de vista narrativo, no gramatical), y narrar las acciones con el pretérito imperfecto cuando deberían hacerlo con el indefinido. El imperfecto tiene un aspecto durativo, y es el adecuado para relatar acciones habituales, no puntuales, así como la descripción de hábitos y costumbres de los personajes.(…)
Las narraciones que comienzan con el pretérito imperfecto y se alargan unos cuantos párrafos sin entrar en el indefinido dan la sensación de que no llegan a concretarse. Las acciones que se narran, por la propia esencial del tiempo verbal, son leídas como acciones habituales, que aún no pertenecen esencialmente a la historia que se pretende contar, puesto que no es un tiempo acabado, sino durativo. Son acciones repetidas, en las que el elemento de suspense no existe. Nada importante puede suceder, de momento, mientras esté sucediendo lo mismo de todos los días. Solo cuando el narrador salte al indefinido comenzará realmente el nudo del relato.
Podemos entender mejor esto que nos dice Páez si analizamos el relato Casa Tomada, de Julio Cortázar. El relato se inicia mostrándonos las acciones cotidianas de los personajes, el narrador y su hermana Irene:
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina.
Más adelante, el narrador hará referencia a una época en concreto donde se producirán extraños sucesos:
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
En conclusión, si tu historia está escrita en pasado, será el pretérito perfecto, simple o compuesto, y no el indefinido, el que nos indicará el arranque de la acciones de tus personajes. Es importante tener en cuenta el tiempo verbal en la novela a la hora escoger el narrador y la voz narrativa de tu historia.
Para seguir aprendiendo técnicas narrativas te recomendamos el libro Escribir, Manual de técnicas narrativas.
Gracias por tu informacion. La verdad es que me ha ayudado mucho. Luego de leer tu articulo me sente a revisar lo que he estado escribiendo y me di cuenta de que el tiempo verbal no estaba bien definido. Tenia una mezcla de tiempos. En unas partes describia la escena en presente, en otras en pasado y otras haciendo referencia al futuro, por lo que no estaba claro el tiempo verbal de mi cuento. Ya lo arregle. Gracias nuevamente por tu aportacion.
Gracias por la información, es muy útil.
Gracias! 🙂
¡Muchas gracias! Extremamente útil.
Muchísimas gracias por este artículo. ¡Me ha aclarado muchísimas dudas, mi corrector estará contento de ello!!
Un saludo
Muy completo el artículo 👏🏻
He acudido aquí por tener una duda con una novela que tengo escrita, aún sin publicar. Ya corregida. Sin embargo, hay algo que no sé si es del todo correcto, relacionado con los tiempos verbales.
La novela está contada por un narrador omnisciente que va contando los acontecimientos según van pasando, en un pasado inmediato (en pretérito perfecto simple). En todos los diálogos, las acotaciones del narrador son de este tipo: “dijo”, “contó”, “prosiguió”, etc.
Bien, mi duda es que, en dos o tres sitios de mi novela, el narrador menciona “Hoy”. Ejemplo:
“Hoy, 24 de enero, el día en el que Valentín cumplía su mayoría de edad, casualmente también se iba por primera vez, junto con sus amigos, a…”. En otro punto, digo:
“Hoy acabaron cansados con tanta caminata, así que la mayoría decidieron irse a descansar un rato…”
En otro:
“Hoy prometía ser un día tranquilo, salvo por el hecho de que, después de la cena …”
Salvo eso, el resto lo narra en pretérito perfecto simple, ejemplo:
“Cruzaron la carretera con precaución y comenzaron la senda que los llevaría de vuelta…”
Y algún pretérito imperfecto, ejemplo:
“El paseo era muy gratificante. Las vistas desde el camino eran impresionantes”.
Mi duda es, si es correcto los párrafos en los que se habla de “Hoy”, o por el contrario, sería más correcto cambiarlo por “ese día”. Yo al escribirlo no me sonó mal, ni a la correctora tampoco, pero quiero saber si sería más correcto cambiarlo.
¡Gracias!
No he leído la novela, con lo que no puedo darte una respuesta definitiva a partir de unas frases aisladas. Todo depende de dónde se sitúe el punto de vista con respecto a lo que se está contando, a qué momento se refiere ese adverbio, si la acción ha terminado o no, etc. Pueden ser válidas las dos fórmulas, tanto utilizar adverbios como “Hoy” o “Ahora”, como decir “ese día” o “aquel día”. O puede que no sean correctas.
Pongo algunos ejemplos:
Hoy prometía ser un día tranquilo para Luisa, pero al final todo se le torció.
En esta frase el punto de vista se sitúa al final del día, narra cuando el día termina. Con lo que ese “Hoy” hace referencia al comienzo del día, era una predicción que no se ha cumplido, por eso se utiliza el pretérito. La frase es correcta.
Pero si digo:
Hoy prometía ser un día tranquilo para Luisa, ¿se cumplirán sus expectativas?
Aquí el narrador se sitúa en el mismo momento en que se hace la predicción/suposición. Luego no puedes utilizar el pasado. Lo correcto sería: “Hoy promete ser un día tranquilo…”
Más ejemplos. Si dices:
Hoy acabaron cansados de tanta caminata, así que la mayoría decidieron irse a descansar un rato…
¿En qué momento se sitúa el punto de vista? No me queda claro. Parece que cuando se van a descansar, ese mismo día (hoy). Luego lo correcto sería:
Hoy han acabado cansados de tanta caminata, así que la mayoría deciden irse a descansar un rato.
O bien el punto de vista se sitúa en otro punto temporal posterior. Entonces sería: Aquel/ese día acabaron cansados de tanta caminata, así que la mayoría decidieron…
Otra opción, es utilizar otro adverbio: Por la mañana acabaron cansados de tanta caminata, así que la mayoría decidieron irse…
Aquí narro por la tarde o por la noche, cuando la mañana ya ha terminado, por eso narro en pasado.
No puedo ayudarte más porque no tengo contexto. Depende de la frase completa, de dónde se sitúa el punto de vista, etc.
Ante la duda, buscaría otras opciones.
Ánimo y suerte con la novela.
Gracias por el artículo, es de la mayor importancia. Sugeriré a mis amigos del taller de escritura su lectura.
Hola,
yo estoy escribiendo un cuento y tengo una duda.
De momento lo he escrito en presente porque me parece que es más fácil que a los niños que les está pasando lo que al personaje se sientan identificados. Pero en la historia pasa algo que libera al personaje. Para mí sería más fácil narrarlo en pasado pero creo que perdería fuerza la parte que te comentaba al principio.
¿ Qué recomiendas?
Gracias
Hola, Sonia.
Es difícil responder a tu pregunta sin leer el cuento. Pero no creo que el tiempo presente ayude mucho a que se sientan o no más identificados con el personaje. El tiempo verbal por excelencia de la narrativa siempre fue el pasado. Quién no conoce el célebre: “Había una vez…”
Si la duda es si pierde fuerza o no, para nada. La fuerza tiene que estar en lo que se cuenta o cómo se cuenta. Puede tener más sentido una historia en presente si quiere dar la sensación de inmediatez, o en ocasiones si se narra un hecho que trascurre en un tiempo muy breve. Pero es un decisión muy importante. Quizá podrías utilizarlo solo al final. Cuando el personaje está “liberado” como dices, puedes comenzar en pasado y acabar en presente, en el ahora.